La voz de Iván Cruz me remonta a momentos no
tan felices de mi infancia, cuando de chico iba de cantina en cantina buscando
a mi padre. Hoy que tengo la oportunidad de conversar con él y conocerlo un poco más, mi concepto de su música ha cambiado. Las letras de sus canciones ahora tienen menos alcohol y
más reflexión de una vida llena de excesos, de noches de bohemia y
arrepentimiento. Así fue como conocí a uno de los boleristas más
reconocidos del Perú, uno que hoy está entregado a la palabra de Cristo y sus canciones
son más una oda al Dios que lo libró del alcoholismo.
Pese a la carrera militar que inició en 1963 al ingresar a la Escuela Técnica de la Marina de Guerra del Perú, la música y los placeres de la fama pudieron más en Don Iván, quien ratificaba su innegable talento en un nuevo programa concurso, esta vez por la pantalla de Panamericana de Televisión.
En el año 1973 incursionó en las
disqueras como baladistas bajo la tutela del maestro Enrique Linch de Argentina,
grabando 2 singles y abriéndose paso al mundo del espectáculo con nombre propio
tras previas incursiones en bandas y orquestas.
A comienzos del año 1975, firmó
por un año con el sello FTA (RCA VICTOR).
Ese año inició el ascenso de su carrera musical hacia su pico más alto,
llegando a grabar 12 discos de oro que ocuparon el primer lugar en ventas
durante 4 décadas y que lo han hecho merecedor a innumerables trofeos a nivel
Nacional e Internacional.
“Vagabundo soy”, es el tema de Iván Cruz que me aprendí de memoria, no porque fuera seguidor suyo. Sonaba en todos lados, en todas las chinganas de donde alguna vez recogí a mi viejo. Se lo comento al propio Iván por teléfono.
“Vagabundo soy”, es el tema de Iván Cruz que me aprendí de memoria, no porque fuera seguidor suyo. Sonaba en todos lados, en todas las chinganas de donde alguna vez recogí a mi viejo. Se lo comento al propio Iván por teléfono.
Déjenme vivir mi vida,
yo no soy malo con
nadie
si soy un borracho, si
soy un perdido
si soy mujeriego, si
soy un bandido
yo vago en mi mundo, yo
soy vagabundo
mi vida a nadie le
importa
ni el camino que llevo
a nadie le pido, a
nadie le debo
y aunque no lo crean
con todos me llevo
yo vago en mi mundo yo
soy vagabundo...
Le digo también que - aunque a muchos no les haya gustado-
la nueva versión de esa canción, aquella que ahora dice:
“Déjenme vivir mi vida”,
Eso siempre yo decía,
Yo era un borracho, yo
era un perdido
Yo era un mujeriego, yo
era un bandido
yo en era en el mundo,
un vagabundo
“mi vida a nadie le
importa
ni el camino que llevo”
así yo decía, así yo
vivía
pero vino Cristo, él
cambió mi vida
ya no soy borracho, ya
no soy vagabundo...
Le ha servido de inspiración a
muchas personas, incluido mi padre, para dejar de tomar. Y es que para Don Iván
no fue fácil renunciar a su música llena de lamento, a su estilo de vida bohemia,
a los estragos de una fama desmedida, para ahora entregar su arte a Dios.
Dice Iván “no es fácil mantenerse en el buen camino (Cristo
Jesús) pero con la fuerza que le ha dado Dios él se mantendrá lejos de todo lo malo” y yo se lo
agradecí personalmente la mañana aquella que llamó al diario, cuando le conté
que su vida le valió de ejemplo a mi padre para dejar también el alcohol. Él me
agradece las palabras y pide le haga llegar un afectuoso saludo a mi padre, que
no es Iván, es Francisco. De todos modos había que aclararlo, sobre todo
después que el mismo Iván me lo preguntara:
—
¿Cómo te llamas muchacho?
— Carlos Cruz, señor
—
¿No serás mi hijo, no?
—
No, definitivamente no (risas)
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